Incertidumbre

Estos días he llegado a la siguiente ecuación:

Incertidumbre = Solidaridad, empatía, desarrollo de recursos personales y fortalezas poderosas

La incertidumbre es un sentimiento poderoso que tendríamos que respirar de un modo más sereno. Es una emoción que nos recuerda nuestra fragilidad, que nos enseña a vivir con más respeto a la vida y con más conciencia. 

El autor del libro "El monje que vendió su Ferrari", Robin Sharma, nos recuerda que “entrar en contacto con nuestra mortalidad, ser conscientes de la brevedad de la vida es una idea clave para recordarnos que no debemos seguir posponiendo las cosas realmente importantes como si fuéramos eternos".

De manera personal, desde que era niña siempre he oído hablar de la muerte de manera natural. Era como un familiar del que siempre se sabía que venía sin avisar, que siempre teníamos que tenerlo en cuenta, nos gustase o no, pero que lograba mantenernos atentos y despiertos para no dejar palabras sin decir, abrazos sin dar, momentos que regalar y sobre todo nos recordaba la importancia de no posponer nuestros sueños.

En algunas ocasiones leo, escucho o me comentan que la gente percibe que esa manera de pensar es agotadora, que es como vivir al límite…y no lo es. Sentir que “estamos aquí de paso” nos permite objetivizar muchísimas situaciones. Personalmente ha mejorado la mayoría de mis relaciones.

Pero no quiero irme tan lejos, ya que el tema central de este post no es la muerte sino el tomar conciencia de que en cualquier momento todo puede cambiar por los motivos que sean, las variable son infinitas! Y eso nos coloca en una posición de constante incertidumbre, pero esta falta de certezas debe ser vivida de manera positiva ya que nos obliga a valorar muchísimo lo que tenemos en este instante: el trabajo, las personas que nos rodean, los compañeros de camino, el país donde cada uno reside, entre otros.  Y si hay algo que no me gusta de todo esto, tomo conciencia de mi mortalidad para activar todos mis recursos para no quedarme donde no deseo estar.
Una de las técnicas que más me gustan del coaching son sus preguntas poderosas, preguntas que ayudan al individuo a definirse frente a sus objetivos. Una de estas preguntas dice lo siguiente:

-         Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿esto es lo que haría?

Es una pregunta profundamente movilizadora, no solo a nivel externo, en referencia a lo que hago, con quien estoy, etc., sino también a nivel interno frente a nuestras emociones o actitudes. Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿me comportaría de este modo? ¿Me enfadaría por esto o por aquello? ¿Me preocuparía por aquello?



Me gustaría finalizar este post con una reflexión repleta de interrogantes; en este instante la gente se comunica por los balcones, aplaude de manera conjunta a todos los trabajadores de diferentes sectores laborales, lleva comida a otros, regalan música a sus vecinos y un sinfín de gestos maravillosos que nos hacen sentirnos orgullosos de quienes somos, ¿pero esto quiere decir entonces que nuestra rutina mata nuestra solidaridad? ¿Que nuestras certezas en apariencia nos convierte en seres menos empáticos?

Un saludo a todos!!