Esta entrada se la quiero dedicar a aquellas personas que en numerosas ocasiones se preguntan por qué no pueden ser más felices. En el libro "La auténtica felicidad", el psicólogo Martin Seligman esbozó una fórmula para re-conocer las variables presentes en la felicidad duradera, que difiere mucho de la momentánea.
La fórmula es la siguiente: F= R + C + V
Mi intención es explicaros la fórmula en tres posts para que la lectura sea ágil y comprensible.
Comenzaré por la R, que representa aquello que hemos heredado, el rango fijo, el regalo genético de nuestros padres/abuelos/ bisabuelos (no es necesario en principio buscar más allá). Este rango fijo es del 50%. Este porcentaje es un dato que no debe fustigarnos, simplemente debemos aprender a aceptarlo y poder saber de qué punto de partida, a nivel emocional, estamos saliendo.
No es lo mismo investigar en nuestro árbol genético y saber que disponemos de dosis extras de optimismo heredado por nuestro lado materno y que podemos utilizarlo como un trampolín para nuestra vida que saber que hemos heredado una tendencia a la melancolía y a la introversión (como es mi caso) que me hace estar más atenta a la hora de trabajar y potenciar mi optimismo.Sería como aprender a conocer los vientos que guían nuestro barco y saber hacia donde debemos dirigir el timonel de nuestro viaje.
Cuando nuestra herencia genética es "baja", es decir, hay una tendencia a la distimia o a los estados depresivos, la mejor receta es no aislarse ni retraerse. Es importante participar en actividades o deportes grupales que fuercen las relaciones sociales. Del mismo modo las actividades creativas y lúdicas aportan esa dosis de relaciones que nos ayudan a generar una química que nos mantiene arriba emocionalmente.
Otro dato importante que está dentro de la "R" de la fórmula y que nos afecta a todos por igual es la denominada "rueda de molino hedonista". Esta rueda nos dice que el tiempo de felicidad que nos produce conseguir un propósito u objeto concreto tiene un tiempo de caducidad bastante reducido. En cierto modo, volvemos a nuestro punto de felicidad inicial, aquel del que siempre partimos.
Por poner un ejemplo, conseguimos el trabajo que soñamos, nuestro umbral de felicidad sube, nos sentimos orgullosos, nuestro ego nos recuerda lo maravillosos que somos, hacemos planes de lo que realizaremos con el aumento de suelto de dicho trabajo pero pasados unos meses y dependiendo de nuestro rango de felicidad, volvemos a estar en ese punto de partida y buscando nuevos objetivos o resolviendo otras cuestiones. No hay nada externo (por inverosímil que parezca) que nos produzca un estado de felicidad duradera, que vuelvo a recordar, difiere bastante de la momentánea.
Una vez entendida esa "R" que solo podemos aceptar y gestionar con unas sanas actividades grupales, pasaré a explicar en el próximo post la "C" equivalente a circunstancias de la vida.
Seguimos...